Cuando tienes episodios de ansiedad, tu cuerpo responde entrando en lo que se denomina modo “lucha o huida”. Cuando estás en este modo, tienes una reacción psicológica ante un acontecimiento futuro que crees que puede ser perjudicial para ti, esta reacción se conoce como amenaza. Una vez que el cerebro la identifica, genera una sensación de inseguridad, y procesa señales que comienzan en el cerebro, concretamente en la amígdala y después en el hipotálamo.
A continuación, se produce una cascada de reacciones hormonales. La hipófisis segrega la hormona ACTH, seguida de la liberación de dos hormonas primarias del estrés: el cortisol y la adrenalina. Todo esto puede desencadenar los efectos físicos de la ansiedad, como aumento del ritmo cardiaco, relajación de la vejiga, visión en túnel, temblores, pupilas dilatadas, cara enrojecida, boca seca, digestión lenta y pérdida de audición.
Estas reacciones pueden llegar a afectar tu capacidad para gestionar tu vida cotidiana: el trabajo, la familia, las relaciones, las emociones y las actividades diarias. Centrémonos en un pensamiento que puede ser recurrente en estos casos: “¿por qué no puedo tener esto bajo control?”.
El control tiene todo y, a la vez, no tiene nada que ver con la ansiedad.
¿Cómo se controla la ansiedad?
El remedio más común para los síntomas físicos de la ansiedad es tomar medicamentos. Los fármacos suelen tener un efecto tranquilizante inmediato. Y aunque a menudo pueden ayudar (al menos, hasta cierto punto) a aliviar los síntomas físicos, los fármacos no evitan el hábito mental fijo que provoca la ansiedad en primer lugar.
Y cuando sólo se tratan los síntomas, no se aborda la causa fundamental de la ansiedad. Por eso hoy en ANIA queremos que conozcas diversas prácticas para abordar las causas de la ansiedad y puedas desde tus hábitos entenderla y manejarla.
Aliviar la ansiedad de forma natural
Es muy importante incorporar prácticas conscientes y naturales para la gestión del estrés, junto con otros tratamientos. El sistema mente-cuerpo no puede adaptarse a la ansiedad, por lo que es necesario practicar formas de autocuidado y autocompasión, para encontrar alivio y prestar más atención al momento presente.
Existen herramientas de autocuidado que pueden ayudarte a sintonizar mejor con las respuestas biológicas de tu cuerpo. Por ejemplo, si el cuerpo se da cuenta de que te sientes inseguro, hay formas de frenarlo antes de que pase a la mente y desencadene síntomas.
He aquí algunas prácticas cotidianas y accesibles, que te pueden ayudar a reducir y prevenir los síntomas de la ansiedad.
1. Actividad física
Una actividad física intensa te ayuda a eliminar la ansiedad de tu organismo. Por ejemplo, las asanas, o posturas del yoga, pueden entrenar a tu cerebro para que se relaje, pues te ayudan a formar una conexión consciente entre tu respiración y tu cuerpo, al tiempo que aquietan los pensamientos ansiosos y permiten estar en el presente.
Hacer ejercicio y respirar aire fresco, conectado con la naturaleza también puede ayudarte a apreciar activamente profundamente la belleza y la tranquilidad, y a poner a tierra tus energías mentales.
2. Ejercicios de respiración
En sánscrito, los ejercicios respiratorios se conocen como pranayama, que significa “control de la respiración”. El pranayama es la fuerza vital asociada a la respiración y desempeña un papel importante a la hora de conectar la mente y el cuerpo y facilitar la experiencia de la conciencia silenciosa. Practicar de 5 a 10 minutos de respiración nasal alterna te ayudará a desconectar de las zonas primitivas del cerebro, que es donde te fijas en los pensamientos ansiosos.
3. Meditación
La meditación es una herramienta de autocuidado que te recomendamos practicar de manera frecuente (ojalá diaria), independientemente del grado en que experimentes o no ansiedad. Cuando meditas, calmas tu mente ansiosa y te centras en el hoy, en el ahora, liberándote de la ansiedad del futuro, que aún no existe.
La meditación te ayuda a darte cuenta de que eres más grande que tus pensamientos y sentimientos. Cuando te separas de esta manera y te vuelves más consciente, tu cerebro forja nuevas vías y experiencias sin espacio para pensamientos ansiosos.
4. Una dieta sana
La dieta también entra en juego a la hora de buscar alivio para la ansiedad. Tu estómago contiene más neuronas que tu cerebro; lo que significa que lo que decidas poner en tu estómago tendrá un impacto directo en tu mente consciente.
Los alimentos naturales y la eliminación de procesados y azúcar refinada equilibran tu metabolismo. Eliminar o disminuir la cantidad de alcohol de tu dieta también contribuirá en gran medida a aliviar los pensamientos ansiosos.
Desconectar para conectar
En el mundo moderno, donde la omnipresencia de las redes sociales crea una presión constante para comunicarse con los demás, debes encontrar tiempo para conectar tu mente y tu cuerpo y encontrar un espacio en el que no existan las presiones ni las ansiedades.
Concédete tiempo en tu agenda diaria para hacer esto: date permiso, desconéctate. Trata de estar disponible solo para ti. Cuando tu cuerpo reconozca que estás en un lugar seguro, podrá comunicarse con más claridad.
Todos somos únicos y tenemos necesidades diferentes en nuestro camino hacia la tranquilidad, la serenidad y la conciencia plena. Es posible que desees trabajar con profesionales capacitados, o también que necesites seguir desarrollando tu red de apoyo para que tu cuerpo y tu mente se sientan respaldados. En mayor o menor grado, todos conocemos la ansiedad, pero también debemos saber que podemos gestionarla y que, ante todo, merecemos hacerlo.
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