Un microbio, u organismo microscópico, es un ser vivo demasiado pequeño para ser visto a simple vista. Este término general se utiliza para describir bacterias, hongos, levaduras y virus, por nombrar algunos. Así mismo, un microbioma es el conjunto de los microbios que viven en una determinada comunidad, como los intestinos del cuerpo humano. En ocasiones, también nos referimos a estas comunidades como “flora” o “microbiota”.
Los seres humanos empezamos a construir nuestro microbioma en el momento en que nacemos. Los tipos de microbios que adquirimos están determinados en gran parte por cómo y dónde nacemos. Desde bebés adquirimos microbios de cada persona o cosa que tocamos, y seguimos adquiriéndolos a lo largo de toda la vida. Por lo tanto, el microbioma no es fijo; se desarrolla con el tiempo y cambia en respuesta a su entorno.
¿Qué hace el microbioma?
Hasta hace poco, se pensaba que las bacterias del intestino sólo desempeñaban un papel en la regulación de los movimientos intestinales. Sin embargo, ahora se sabe que las bacterias intestinales afectan a todo el cuerpo, incluido el cerebro. Entre otras funciones, las bacterias beneficiosas sintetizan algunas vitaminas, ayudan a la digestión, equilibran el estado de ánimo, reducen la ansiedad y protegen contra las infecciones y algunas formas de cáncer. Mientras que las cepas de bacterias buenas en el intestino se asocian con menores tasas de obesidad, diabetes y diversas enfermedades gastrointestinales.
La población de bacterias buenas en el cuerpo puede ser inhibida o eliminada por el estrés, alguna cirugía o enfermedad, algún traumatismo o hábitos alimentarios poco saludables. Por su parte, los antibióticos pueden eliminar las bacterias malas que causan enfermedades, pero a su vez acabar con muchos de los microbios beneficiosos.
Para mantener nuestro microbioma sano, debemos comer alimentos que “alimenten” a las bacterias buenas y evitar los alimentos que fomentan el crecimiento de las bacterias malas.
Alimenta tu microbioma
Los alimentos que comemos tienen una gran influencia en nuestro microbioma. Muchos microbios de nuestros intestinos nos ayudan a extraer nutrientes de los alimentos que de otro modo no podríamos digerir. Hay que tener en cuenta que los diferentes microbios prosperan con diferentes tipos de alimentos. Por ello es importante considerar que el crecimiento de bacterias buenas (también conocidas como probióticos) en el intestino se puede estimular comiendo alimentos específicos en los que ya se sabe que las bacterias prosperan. Estos alimentos se conocen como prebióticos.
Consejos para mantener un microbioma sano
- Manténgase hidratado. Cada día, beba aproximadamente la mitad de su peso corporal en onzas de agua y otras bebidas sin cafeína y sin azúcares añadidos.
- Asegúrese de incluir en su dieta alimentos prebióticos y probióticos. Para más información, pida asesoría con su médico de Medicina Funcional.
- Coma muchos vegetales ricos en fibra, que ayudan a mantener un sistema digestivo saludable.
- Limite o evite los alimentos procesados, los alimentos con alto contenido de azúcar añadido, los edulcorantes artificiales y las grasas trans.
- Limite o evite cualquier alimento al que sea sensible o intolerante. Algunos ejemplos comunes son el maíz, los lácteos, los huevos, pescados y mariscos, maní (cacahuetes), soja, frutos secos y trigo (gluten).
- Tome antibióticos sólo cuando sea médicamente necesario. Durante y después de completar un tratamiento con antibióticos, consuma alimentos probióticos y tome un suplemento probiótico. Esto puede ayudar a reconstruir la población de bacterias saludables en su intestino.
- Información tomada del Instituto de Medicina Funcional CJ – (IMF)
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