En lo más profundo de tu intestino, 40 billones de microorganismos trabajan duro para ayudarte a digerir tus comidas, fabricar nutrientes esenciales que no puedes producir por ti mismo, protegerte de las enfermedades e incluso moldear qué partes de tu ADN se manifiestan y cuáles permanecen inactivas. Estas talentosas criaturas son hongos, bacterias y otros organismos unicelulares. Y son una parte más importante de lo que eres de lo que jamás hayas imaginado. Aunque tu cuerpo incluye unos 22.000 genes humanos, también alberga hasta dos billones de genes microbianos que técnicamente no son “tú”, sino que son invitados benévolos que trabajan en exquisita armonía con tu cuerpo. Algunos de estos microbios florecen en la piel, pero la gran mayoría se instala en el tracto digestivo. El estudio del microbioma -la comunidad de microorganismos que viven en el interior de tu cuerpo- podría ser la frontera más atractiva de la ciencia de la salud.
El proceso digestivo descompone las partículas de los alimentos y las bebidas para que el cuerpo pueda absorber los nutrientes que desea y excretar el resto. Trillones de organismos participan en el esfuerzo. Estos microbios también desempeñan un papel fundamental en la formación del apetito, las alergias, el metabolismo y la función neurológica. De hecho, los científicos han descubierto que las bacterias intestinales producen neurotransmisores, como la serotonina, la dopamina y el GABA, que desempeñan un papel clave incluso en tu estado de ánimo. Los estudios sugieren que la microbiota intestinal puede llegar a influir en el riesgo de desarrollar enfermedades neuropsiquiátricas como la esquizofrenia, el TDAH, el trastorno obsesivo-compulsivo y el síndrome de fatiga crónica.
En otras palabras, recuerda las bacterias que viven en tu intestino tienen un gran impacto en tu forma de sentir.
¿A quién alimentas?
Cuenta una historia atribuida al folclore cherokee, sobre un anciano que está hablando con su nieto, y le dice: “Hay una lucha dentro de mí”, le dice al niño. “Es una lucha terrible entre dos lobos. Uno es el malo: es la ira, la envidia, la pena, el arrepentimiento, la codicia, la arrogancia, la autocompasión, la culpa, el resentimiento, la mentira, el falso orgullo y el ego. El otro es el bueno: es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la bondad, la empatía, la generosidad, la verdad y la compasión. La misma lucha tiene lugar dentro de ti – y dentro de cada persona, también”. El nieto piensa durante un minuto y luego le pregunta: “¿Qué lobo ganará?”. Y el viejo cherokee le responde: “El que tú alimentas”.
Lo mismo ocurre cuando se trata de las bacterias de tu intestino, cada vez que comes estás alimentando a alguien. Por desgracia, la dieta industrializada moderna alimenta con demasiada frecuencia a los malos y, lo que es igual de importante, mata de hambre a los buenos. En pocas palabras, las bacterias “malas” tienden a alimentarse de azúcar y de alimentos ultra procesados. Ten en cuenta que el nutriente más importante que necesitan las bacterias buenas para prosperar en tu interior es la fibra, pues con buena cantidad de ésta pueden hacer su trabajo, y beneficiar tu digestión, tu función mental e incluso tu estado de ánimo.
Veamos entonces ¿Cómo alimentar a los tipos buenos y apoyar tu salud intestinal?
Sabemos que la comida basura, la falta de fibra, el glifosato, los antibióticos y otras toxinas pueden poner en peligro las bacterias de las que dependen la digestión y la salud del cerebro. Pero ¿hay algo que puedas hacer al respecto?
La respuesta es: Sí, hay muchas cosas que puedes hacer para alimentar un microbioma saludable y apoyar tu salud digestiva.
Para conocer y profundizar más acerca de tu salud intestinal, el uso de probióticos y la relación de tu digestión con tu piel, estado de ánimo, tiroides, entre otras funciones de tu cuerpo te invitamos a que conozcas y compres nuestro curso Sanando tu Digestión con la Dra. Ana María Betancur y el Dr. Carlos Jaramillo.
¡Recuerda tus decisiones diarias son tu mejor medicina!
*Nota del editor: La información en este artículo está destinada a su uso educativo solamente y no es un sustituto del consejo médico profesional, el diagnóstico o el tratamiento. Siempre busca el consejo de tu médico y otros proveedores de salud calificados antes de empezar cualquier dieta, suplemento, acondicionamiento físico y otros programas de salud.
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