Moverse en la naturaleza no es un concepto nuevo. De hecho, la idea de “naturaleza” sólo se hizo realidad cuando los seres humanos nos separamos de ella, al estar casi todo nuestro tiempo en cajas de clima controlado a las que llamamos hogares y lugares de trabajo (que para muchos hoy es el mismo espacio).
Sin embargo, los seres humanos tenemos una necesidad inherente de conectar con el mundo exterior. Necesitamos las señales de luz del sol para regular nuestros ciclos circadianos. Necesitamos un contacto regular con las bacterias del entorno para mantener nuestros microbiomas diversos y robustos. Y necesitamos señales de relajación y fuentes de asombro en nuestro entorno para restablecer nuestro sistema nervioso, incluso en medio de una vida, a menudo, llena de estrés.
De hecho, nuestro moderno estilo de vida que nos ha separado de la naturaleza puede estar induciendo un nuevo trastorno, denominado por primera vez por el autor Richard Louv en su libro El último niño en el bosque: el trastorno por déficit de naturaleza.
Desde que Louv escribió el libro en 2003, nuestro alejamiento de la naturaleza y los espacios naturales no ha hecho más que aumentar. Muchos de nosotros pasamos la mayor parte del tiempo en interiores y frente a pantallas. Algunas personas, sobre todo las que viven en entornos urbanos, no tienen fácil acceso a los espacios verdes. Así que, si queremos experimentar los poderes curativos de la naturaleza física, mental, emocional y espiritual, tenemos que dedicarles tiempo a estos encuentros de forma proactiva. Una forma estupenda de disfrutar de la naturaleza es a través del ejercicio físico y de los movimientos al aire libre.
Beneficios de ejercitarte en la naturaleza
- El ejercicio “verde” mejora la salud física
Un beneficio sorprendente de hacer ejercicio al aire libre es que se producen menos lesiones. Resulta que correr en cintas y hacer otros movimientos repetitivos en aparatos de gimnasio puede provocar lesiones por esfuerzo repetitivo. Piénsalo: nuestro cuerpo ha evolucionado para adaptarse a los entornos naturales, que incluyen variaciones constantes del terreno, superficies desiguales, cambios climáticos, etc. Los investigadores descubrieron que correr al aire libre, especialmente en zonas con colinas, requiere una mayor flexión del tobillo, lo que puede fortalecer los músculos y proporcionar una mayor estabilidad con el tiempo.
Hacer ejercicio en la naturaleza también contribuye a mejorar la presión arterial y los niveles de cortisol. Los expertos suponen que, dado que los humanos evolucionaron al aire libre, hay algo en ciertos entornos exteriores que dan un mensaje de seguridad y tranquilidad a nuestro sistema nervioso, que es quien regula la presión arterial y la secreción de la hormona del estrés.
- Beneficio para el microbioma
Si crees que a ti te gusta hacer ejercicio en la naturaleza, a los microorganismos que viven en ti y sobre ti les gusta aún más. Sabemos que nuestro microbioma se beneficia del ejercicio en general, y ahora estamos descubriendo que hacer ejercicio y actividades físicas al aire libre pueden tener un impacto especialmente positivo en tu microbioma. Se ha demostrado que las personas que viven en zonas rurales son menos propensas a sufrir alergias que sus homólogos urbanos. Pero incluso los parques urbanos pueden ser “islas de diversidad bacteriana”. Por lo que caminar, correr, montar en bicicleta o patinar en esos espacios verdes puede transferir parte de esa diversidad microbiana a las comunidades de bichitos que viven en nuestro cuerpo.
- Variación del ejercicio
Además, existe un concepto en la ciencia del ejercicio conocido como “confusión muscular”. Esto se refiere a la estrategia de alterar constantemente los entrenamientos, de modo que tus músculos no puedan adaptarse a un único protocolo y, por lo tanto, dejen de mejorar en respuesta al desafío continuo. Es fácil caer en rutinas fijas en el gimnasio, donde puedes mover tu cuerpo exactamente de la misma manera cada vez que te subes al press de hombros o a la máquina de curl de piernas. Sin embargo, la naturaleza ofrece una variabilidad e imprevisibilidad naturales que confunden nuestros músculos y nuestra percepción y nos desafían continuamente. Como los entornos exteriores están menos controlados que los interiores, ofrecen una mayor diversidad de experiencias, contornos y temperaturas, lo que obliga a nuestros músculos a adaptarse, continuamente, a todos ellos. Esto puede ser bueno para desarrollar la fuerza central, la agilidad, la potencia, la regulación de la temperatura y producir así muchos otros beneficios para la salud en general.
- La vitamina D
El ejercicio al aire libre puede beneficiarnos gracias a la exposición a la luz solar. Reponemos nuestros niveles de vitamina D cuando la luz del sol incide sobre nuestra piel, algo muy importante pues se ha demostrado que muchas personas en los países industrializados hoy pueden estar al borde de la deficiencia de vitamina D. Los síntomas de esta insuficiencia incluyen un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, así como una mayor incidencia de depresión, TDAH y autismo.
- Ecoterapia
Moverse en la naturaleza puede incluso ayudar a las personas a procesar sus emociones. Mientras que la mayoría de la psicología occidental considera a los individuos como unidades distintas, o como miembros de familias o comunidades, los ecoterapeutas y los psicólogos profundos ven a los seres humanos como parte de una red de vida. Como tal, estamos incompletos y sin apoyo cuando no estamos inmersos en esa red y conectados a otras especies y a la tierra. La ecoterapia puede funcionar a nivel individual, pero confiere un poder y una eficacia adicionales cuando se experimenta como parte de un grupo. Los sentimientos de conexión, gratitud y asombro aumentan al formar parte de una comunidad.
Sería negligente no incluir a la jardinería como una forma de “ejercicio verde” también. Puede que no parezca tan extenuante como el ciclismo de montaña, el hiking o las carreras de triatlón, pero la jardinería puede ser, sin duda, un gran ejercicio físico. Quizás lo más importante es que la jardinería también ofrece una serie de beneficios para la salud mental, la concentración, la meditación y la relajación, independientemente del nivel de esfuerzo.
- El “ejercicio verde” puede motivar a hacer más ejercicio
Estar en la naturaleza hace que sea más fácil y divertido hacer ejercicio. Y no sólo eso, parece que nos movemos con más vigor y durante más tiempo que cuando estamos en el interior. Los estudios demuestran que la gente se ejercita más intensamente en la naturaleza, sin tener la sensación de estar trabajando más. Algo tienen los océanos, las montañas, las praderas y los bosques que parecen reducir los índices de “esfuerzo percibido”, lo que significa que la gente puede ejercitarse más y durante más tiempo que en los gimnasios. Como la naturaleza es mucho más variada que los entornos construidos, hay un factor de novedad inherente al ejercicio al aire libre. Es fácil cambiar de actividad para mantener el interés. Puedes caminar, pasear, trotar, correr, impulsarte, saltar y brincar sobre el mismo terreno. Puedes jugar, ir de excursión, o hacer flexiones en la hierba. De hecho, puedes ejercitar tu creatividad al menos tanto como tus músculos.
Como puedes ver el “ejercicio verde” es algo más que hacer ejercicio al aire libre: ofrece múltiples beneficios para la salud física y mental. Y también puede ser bueno para el planeta, ya que fomenta el aprecio y el cuidado del medio ambiente (conservación), aumenta el acceso a los espacios verdes y el uso del aire libre, e inspira hábitos más saludables.
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