El punto de vista del corazón como órgano puramente físico ha determinado la forma de la cardiología moderna. Los profesionales miden la salud del corazón mediante la tensión arterial, el colesterol y los triglicéridos, y el ritmo cardiaco mediante electrocardiogramas. Y cuando hay problemas, se describen y tratan en términos materiales mediante medicamentos e intervenciones físicas como las cirugías.
La medicina cardiaca moderna salva vidas a diario. Las mejoras en la atención cardiológica, incluidos los nuevos fármacos y las innovaciones en la tecnología de implantes cardiacos, han reducido la tasa de mortalidad por cardiopatías en el mundo industrializado, salvando millones de vidas.
Al mismo tiempo, la ciencia moderna está redescubriendo lo que muchas culturas tradicionales han sabido desde tiempos inmemoriales: que el corazón es mucho más que una bomba física. Aunque sabemos que el estilo de vida, especialmente la dieta, influye mucho en los aspectos físicos de la salud cardiaca, hay otro factor relacionado con la salud cardiaca del que no se habla tan a menudo como se merece: las emociones.
Sin embargo, en 2004, los investigadores llevaron a cabo el primer ensayo a gran escala sobre las emociones y el corazón. El estudio INTERHEART contó con más de 25.000 participantes de 52 países e identificó claramente varios factores de estrés emocional como factores clave de riesgo de cardiopatías.
Hoy, con ocasión del Día Mundial de la Felicidad, celebrado el pasado 20 de marzo, vamos a examinar el lado emocional del corazón, cómo sus sentimientos (tanto agradables como desagradables) pueden afectarlo y cómo cuidarlo.
¿Puede el corazón pensar o sentir?
Durante mucho tiempo, la ciencia occidental asumió que el cerebro era la única parte del cuerpo que “pensaba”. Todos los demás órganos y sistemas eran, desde este punto de vista, autómatas sin sentido que se limitaban a seguir las instrucciones del cerebro. El descubrimiento de que el intestino también tiene algo parecido a un “cerebro”, lo que se conoce como sistema nervioso entérico, puso patas arriba esta teoría.
Y, más recientemente, los investigadores están empezando a reconocer otro tipo de “cerebro” dentro del corazón, un descubrimiento que ha contribuido a crear el campo de la neuro cardiología.
Pero ¿Qué significa decir que hay un “cerebro” en el intestino o en el corazón?
La palaba, “cerebro” la usamos como una metáfora que se refiere a funciones concretas: la capacidad de percibir el entorno, tomar decisiones basadas en esa información y comunicarlas a todo el organismo. Según estos criterios, el corazón tiene un cerebro que intercambia información con el cerebro de la cabeza.
El “pequeño cerebro” del corazón
La renombrada cardióloga y socia del Curso Corazón Sano de FRN, Dra. Mimi Guarneri, lo llama el “pequeño cerebro” del cuerpo, ya que tiene, en sus palabras, “su propia inteligencia, emociones, sistema nervioso y poder de decisión.”
Ahora sabemos que el corazón incluye el hardware para ejecutar todo este software similar al cerebro. De hecho, el corazón tiene su propio sistema nervioso, denominado sistema nervioso cardiaco intrínseco (SNCI). Este puede fabricar y secretar hormonas y funciona de forma similar al sistema nervioso del cerebro a través de una intrincada red de grupos nerviosos, neurotransmisores, proteínas y otras células.
Todos estos circuitos permiten al corazón actuar con independencia del cerebro. El corazón puede sentir y percibir directamente su mundo interior (y aspectos del mundo exterior) y puede aprender, almacenar recuerdos y tomar decisiones. Y lo que siente el corazón resulta tener un impacto directo en su correcto funcionamiento.
En resumen, como dice el Dr. Guarneri, el corazón es un “órgano mental, emocional y espiritual con muchas conexiones complejas que van mucho más allá del bombeo de sangre.”
Cómo influyen en el corazón los sentimientos agradables
En las tradiciones curativas de todo el mundo, el corazón se considera el centro emocional del cuerpo. En los textos ayurvédicos indios, así como en la literatura griega y romana, la emoción más estrechamente asociada con el corazón es el amor. En la medicina tradicional china, es la alegría.
Muchas personas afirman sentir sensaciones de amor, cariño y alegría que emanan del corazón o de la zona del pecho. Y no se trata sólo de mitología cultural; el corazón es en realidad un órgano sensorial, capaz de sentir. De hecho, una de las hormonas que fabrica el corazón es la oxitocina, la llamada hormona del “abrazo” o del “amor”, que se activa cuando nos sentimos cerca de otra persona, de un animal de compañía o de algo más grande que nosotros.
Las emociones agradables nos hacen sentir bien, razón suficiente para querer sentirlas con regularidad. Pero hay otra razón: también protegen el corazón.
Contacto amoroso
El amor es una potente emoción cardio protectora. Los abrazos y otras formas de contacto cariñoso pueden reducir la tensión arterial y la frecuencia cardiaca. La oxitocina provoca vasodilatación o ensanchamiento de las arterias. Cuando esto ocurre, fluye más sangre por las arterias, lo que disminuye la tensión arterial y reduce el riesgo de infartos y derrames cerebrales.
La risa y la salud del corazón
La risa también hace sonreír al corazón. El acto de reír libera unas sustancias químicas llamadas betaendorfinas, que forman parte de la familia de las endorfinas. Estas betaendorfinas inducen a los receptores del endotelio vascular a liberar óxido nítrico, una molécula que protege el sistema cardiovascular de muchas maneras. Cuando se ríe con regularidad, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un ictus es menor. Además, la risa reduce la rigidez y el deterioro de los vasos sanguíneos a medida que envejecemos.
La gratitud y la salud del corazón
La gratitud también ayuda a que el corazón funcione de forma saludable. En palabras de la Dra. Guarneri: “Una actitud de gratitud no es sólo una herramienta mental, también puede ser buena para la salud física, especialmente para el corazón… Las investigaciones han demostrado que las personas que practican la gratitud están más sanas, hacen más ejercicio, tienen menos dolencias físicas y se sienten mejor en general. Los ensayos clínicos han demostrado que la gratitud ritual puede incluso reducir la presión arterial y aumentar la función inmunitaria, lo que tiene efectos drásticos y duraderos en la salud”.
La gratitud puede empezar a curar tu corazón incluso después de un daño significativo. Un estudio de 2016 analizó los beneficios de llevar un diario de gratitud en pacientes mayores (con una edad media de unos 60 años) con insuficiencia cardiaca en estadio B. Los participantes que escribieron un diario con regularidad durante ocho semanas vieron cómo sus biomarcadores inflamatorios disminuían significativamente en comparación con los que no escribieron el diario. También mejoró la variabilidad de la frecuencia cardiaca (VFC).
Y en otros estudios, las expresiones regulares de gratitud y optimismo se han correlacionado con una disminución tanto de la frecuencia cardiaca como de la presión arterial.
Cómo cuidar su corazón emocional
Así como la depresión, el dolor, el estrés y la ira pueden tener un impacto negativo en la salud de su corazón, resulta que cultivar emociones positivas y agradables puede proteger e incluso curar su corazón.
Experimentar el amor
La conexión social y el amor son potentes antídotos contra la soledad, que, como hemos visto, puede conducir al desarrollo de ECV. Pasar tiempo con los seres queridos, aunque sea por teléfono o mediante videollamada, puede estimular la producción de oxitocina y otros neurotransmisores prosociales y beneficiosos para el corazón.
Socializar a cualquier edad proporciona beneficios a largo plazo para la salud del corazón. Un fascinante estudio de 2018 descubrió que los adolescentes cuyos padres informaron que pasaban más tiempo con amigos se convirtieron en hombres con una presión arterial más baja y un índice de masa corporal más saludable, ambos predictores de la salud del corazón.
Una medida a tomar es aumentar la expresión y la experiencia del amor en su vida. Cuanto más tiempo de calidad pase con amigos y seres queridos, mayor será su producción de oxitocina.
Cultivar la paz interior
La paz interior es un antídoto contra el estrés desenfrenado y abrumador, y también puede moderar las reacciones de ira. Se ha demostrado que actividades como el yoga, la oración, la meditación y otras prácticas espirituales o contemplativas mejoran los biomarcadores de riesgo cardiovascular.
La atención plena le ayuda a practicar la conciencia sin prejuicios de sus sentimientos y su entorno, lo que le da espacio para elegir su respuesta en lugar de limitarse a reaccionar con emociones y expresiones que pueden agravar su estrés.
Y se ha demostrado que el tai chi, un arte marcial suave basado en los principios de la medicina tradicional china, ayuda a suprimir la inflamación y a combatir la depresión.
Todas estas actividades relajantes pueden mejorar el tono parasimpático, reforzando la capacidad de mantener una tensión arterial y una frecuencia cardiaca saludables frente a los inevitables factores estresantes de la vida.
Cultivar la positividad
Cuando se trata de la salud del corazón, pensar positivamente puede convertirse en una profecía autocumplida. Un metaanálisis de 2019 de estudios de casi 230.000 personas descubrió que quienes eran más optimistas tenían un menor riesgo de ECV.
El bienestar positivo, que se refiere a tener sentimientos positivos y una sensación de optimismo, también se asocia con menos estrés mental y más resiliencia. Hacer un esfuerzo diario por experimentar emociones positivas puede contrarrestar la influencia de las emociones negativas en la presión arterial sistólica.
Hablamos de buscar el equilibrio. El mundo en el que vivimos la mayoría de nosotros no nos ofrece activamente múltiples oportunidades diarias para relajarnos, bajar el ritmo lo suficiente como para apreciar nuestras vidas o conectar con amigos, vecinos y seres queridos. Eso significa que tenemos que ser deliberados y proactivos para asegurarnos de que incorporamos a nuestros días estas prácticas saludables para el corazón y que afirman la vida.
En conclusión, el corazón no es sólo un órgano físico. También es un órgano emocional con su propio sistema nervioso. Lo que sientes puede tener un impacto directo en tu salud. Por eso cuando cultivamos más amor, paz y gratitud, no sólo nos sentimos mejor, sino que estamos y vivimos mejor.
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